SENTIMIENTOS DE PADRE



Hoy me vuelvo a enfrentar al papel (bueno al procesador de textos), para intentar plasmar los sentimientos y pensamientos que recorren mi ser de cabo a rabo.

Hoy es viernes, 07 de mayo de 2010, y escribo desde Hanoi (Vietnam), miro a mi izquierda y veo a un hijo placidamente dormido en su cuna, sabrá él lo que la vida le depara, sabrá él la de abrazos y achuchones que le queda que recibir, sabrá él la de besos que le quedan que recibir, sabrá el la de cariños que le queda que soportar. Iluso de niño.

Y sabremos nosotros lo que nos espera, la de noches sin dormir, la de preocupaciones gratuitas, la de miedos e incógnitas por resolver, etc. Pero y todo lo que nos aportará, ilusiones regeneradas, motivaciones, alegrías con sus logros y metas alcanzadas, etc.

¡UY!, he resumido una vida en tres renglones.

Bromas aparte, siento en mi una plenitud y paz interior grandísima, ¿será ese el sentimiento que algunos padres sienten al ver a sus hijos? no sé, no sé, pero yo me encuentro feliz, por todo lo que siento y experimento ¿se me estará cayendo la baba, y no me doy cuenta? ¿Cómo puede ser que este niño de 15 meses, que lleva con nosotros apenas 10 días, te robe el corazón de esta forma tan descarada? ¿Cómo he vivido todos estos años sin sentir lo que siento ahora mismo? ¿Cómo puedes querer a alguien que aún no conoces en profundidad? ¿Cómo ya te preocupa tanto su bienestar? Sangre de mi sangre ¡¡increíble patraña!! Si supierais todo lo que siento ahora mismo, cada vez que veo a mi niño, comprenderíais lo que se puede llegar a querer.

La pregunta que hago, ¿estamos preparados a querer incondicionalmente incluso, a la sangre de nuestra sangre? Digo querer, no consentir y regalar todo gratuitamente sin ningún esfuerzo, ya que no es lo mismo ser un buen padre, que un padre bueno.

Espero que cuando pasen unos cuantos años y ya mi hijo sea más mayor y con uso de razón lea estas líneas y comprenda, aunque sea una millonésima parte lo que siento. Pues al igual que me está pasando con mis padres, cada día que pasa se da uno cuenta de todo lo que te han querido e intentado transmitir de forma incondicional, con sus defectillos, como cualquier humano, ¿o pensaréis que este que escribe no se equivocará de pleno?. Si solo han pasado 10 días con mi hijo y ya me he equivocado unas cuantas veces, pero por lo menos recapacito y creo que soy consciente, facilitando así su reparación o recaída del error.

Bueno queridos lectores os tengo que dejar que se acerca la hora de ir a la embajada española aquí en Hanoi, para tramitar el visado y resto de documentación para que mi hijo pueda llegar a su hogar, ese que le verá crecer y convertirse en un hombre. Ese hogar en donde nunca le faltará comprensión y amor, mucho amor. Y nunca más se separará de nosotros mientras la biología así lo decida.

Un beso para todos de un padre que se está “construyendo”.

EL ENCUENTRO

Llegó de una vez el día que tanto hemos deseado, reconozco que nunca podré describir con palabras como fue este día en que nos encontramos por primera vez con nuestro hijo. Son tan inmensas las emociones que uno llega a sentir que hasta parecen “doler”, es como una intensa y poderosa mezcla de miedo y de deseo.

Allí cerca de una de las infinitas bifurcaciones del delta del Mekong, justo pasado la ciudad de Vinh Long procedentes de Ho Chi Minh (Saigón), justo enfrente de una macro-fabrica perdida en la nada destinada a la fabricación de harina de arroz, fideos de arroz, y demás derivados, (hago esta descripción para no olvidar nunca el punto exacto donde se encontraba el orfanato donde vio crecer en sus primeros momentos a nuestro hijo), se produjo el acontecimiento que tanto hemos deseado y soñado, el día de conectar dos caminos totalmente distintos en un camino común, con el mismo sentido y como no, con la misma dirección. Aunque intentamos captar para la posteridad el preciso momento del “agrupamiento familiar”, no me resultará nada fácil transmitir ese sentimiento tan profundo que emanaba desde mi corazón, de jubilo, de alegría y de plenitud. Cada vez que recuerdo ese momento se me inundan los ojos de lagrimas de felicidad, solo de recordar a una cosita tan pequeña correr hacia nosotros con esas manitas levantadas, como si nos hubiera reconocido desde primera hora, solo le faltó regañarnos diciéndonos, ¿Porqué habéis tardado tanto?, llevo mucho tiempo esperándoos, por favor llevadme a casa. Y una vez en nuestros brazos, ya no quería bajarse más de ellos, solo quería huir de ese lugar tan inhóspito y triste. Fue todo tan rápido, tan particular, que me es imposible ponerle palabras a todo lo que observé y sentí. Aún grabándolo.

Que decir, me siento como un padre mas, con todo lo que conlleva. Me siento que no entro en mi, cada vez que veo a este hijo tan deseado junto a nosotros, corriendo, riendo, comiendo, llorando, durmiendo ... Por fin se ha producido el parto, y por Dios ¡COMO SE QUIERE A ESTE SER!! Me tiene loco, me tiene feliz. Y este es un paso más en mi vida hacia mi propia maduración como persona, y como padre.

Ahora estamos en la fase del conocimiento, es decir, pasamos del desconocido nº 1 y el desconocido nº 2, a estos que no dejan de darme achuchones, besos, arrumacos, caricias, y mil cariños más. Estos que me están cubriendo mis necesidades más básicas como la comida, aseo, etc. Estos que me estás descubriendo las luces, la calle, los coches, las motos, el agua caliente, la música, el avión, “papeles, cartones y plásticos variados”.

Ahora repite todo lo que ve, y no deja de reír y reír, bueno de vez en cuando llora pero solo cuando tiene sueño. Es un niño muy, muy especial, ya tendréis el placer de conocerlo personalmente, e interactuar con él. Tiene magia, ya lo veréis (como habéis podido observar, al ser su padre no soy del todo objetivo). Simplemente es increíble.

Solo podemos decir que estamos en una “luna de miel”.

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